martes, 4 de noviembre de 2008

We can´t Change

Hoy Barak Obama fue elegido presidente de EEUU, cosa que no resulta sorprendente luego de dos años en los que se ha enaltecido y mitificado al demócrata más por su raza que por su perfil político. La estampida que se volcó ayer a ejercer su derecho al sufragio, optó por el voto “castigo”; hartos de 8 años de las nefastas políticas de Bush, los norteamericanos votaron por el candidato que se auto vendió como “el cambio”. Por ahora sólo tenemos la palabra de Obama que promete no continuar con la línea de Bush; pero con la situación actual, tanto en economía como en relaciones exteriores, es poco viable cambiar el rumbo de la primera potencia mundial. Lo hecho, hecho está y las tropas americanas no pueden irse de Irak de la noche a la mañana, como se aventuró a afirmar Obama al principio de su campaña; ahora rectifica y apunta que las tropas se irán pero no tan pronto como se esperaba. Con respecto a las relaciones diplomáticas con el resto del mundo, el demócrata ha señalado que en su primer año de gestión se reunirá con gobiernos como los de Cuba, Irán y Venezuela, con los que EEUU se ha enfrentado en tantas ocasiones. Esto representa un cambio total en la política exterior norteamericana; desde hace ya tiempo este país viene desempeñando el papel de “policía del mundo” y aunque a veces nos cueste admitirlo sí necesitamos a EEUU haciendo frente a gobiernos de dudosa legalidad y sí necesitamos que use su poder como potencia para velar por la seguridad y estabilidad internacional. Por otra parte, si bien es cierto que ya no se puede retroceder el tiempo en cuestiones como la de Irak, lo que sí se puede es aprender de esos errores. Fuimos testigos de cómo arbitrariamente EEUU invadió un país, y después de 5 años de críticas por parte de la opinión pública internacional, Barak Obama dice que sacará las tropas de Irak, pero para enviarlas a Afganistán, lo que no aleja mucho su política de la de Bush. Y tan poco se alejan de las del republicano, que pudimos oír a un Obama no tan conciliador en el segundo debate presidencial diciendo: “vamos a matar a Osama Bin Laden”, cuando se espera que un presidente actúe mediante la diplomacia y la justicia, no con más violencia. El discurso del demócrata resulta en varias ocasiones contradictorio. Mucho se ha hablado de la posibilidad de que Obama de importantes cargos a “insignes republicanos” y entre estos cabe destacar a Colin Powell, quién fue el Secretario de Estado del gobierno de Bush y presentó ante la ONU las pruebas falsas que justificaron la invasión de Irak, y a quien hace pocas semanas Obama ofreció un cargo dentro de su gabinete de gobierno. En materia económica también hay mucha tela de donde cortar. Aunque Obama no ha presentado todavía un proyecto concreto que sustente las promesas que ha hecho, con la forma en la que ha conducido su campaña si ha dado muestras de lo que será su gestión. Barak Obama compró, en plena crisis, 30 minutos de televisión, para ganar el voto de los indecisos, un gasto un “poco” elevado (tres millones de dólares) considerando que el candidato es el favorito de todas las encuestas. Aquí sólo queremos ver el lado amable del nuevo Jefe del Gobierno norteamericano, toda Europa tiene sus esperanzas puestas en Obama, pero son tantas las promesas que ha hecho, que su materialización se ve muy lejana. Esta nueva Administración sólo apunta a la decepción porque como dijo el republicano Giuliani, una cosa es segura: “change is not a destination, just as hope is not a strategy”. Hoy se ha hecho historia, con la elección del primer presidente negro en EEUU; pero antes de dejarnos deslumbrar por la magnitud de los acontecimientos, debemos considerar cuales son las consecuencias que ese “cambio” traerá. Porque para dirigir una nación y más una de la talla de EEUU se necesita más que carisma.